martes, 27 de noviembre de 2012

LITERATURA DESDE LA INDEPENDENCIA


Literatura quechua desde la independencia

Después de la Independencia, la literatura quechua sufrió negligencia.

A fines del siglo XIX, Luis Cordero Crespo, luego presidente del Ecuador, escribió poemas en quechua y un diccionario quechua-castellano-quechua.

En el Perú, el poeta Andrés Alencastre Gutiérrez (1909-1984), más conocido como Killku Warak'a, publico su colección Taki parwa en 1952.

José María Arguedas, que también recopiló muchas canciones y muchos cuentos quechuas, parcialmente junto con Jorge Lira, y escribió (en castellano) sobre el mundo indígena, tradujo el manuscrito de Huarochirí del quechua al castellano en 1966. Publicó también unos textos en quechua como Pongoq Mosqoynin en 1965.

La poesía quechua cuenta con dos importantes referentes en Ranulfo Fuentes y Víctor Tenorio, ambos destacados docentes de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga y promotores de actividades literarias en Ayacucho, con especial énfasis en la poesía y narrativa en quechua, idioma que hablan cinco millones de peruanos, como nos lo recuerda la breve introducción de este nuevo volumen de la colección Biblioteca de Cultura Quechua Contemporánea.

Ranulfo Fuentes (Ayacucho, 1940) ha reunido en Llaqtaypa harawin (Poesía de mi pueblo) diversas odas acerca de los entrañables vínculos entre el hombre y la naturaleza, así como las tribulaciones y alegrías del habitante de los Andes. Autor de diversos cancioneros, Fuentes utiliza la forma típica del cuarteto para ensalzar al telúrico río, la majestad del cóndor o la ternura de la flor silvestre. El poeta homenajea las labores del campo y el amor como manifestaciones de la unión y solidaridad que deben existir entre los seres frente a la adversidad. Víctor Tenorio (Huamanga, Ayacucho, 1941) practica la poesía visual, lo cual en cierto modo rompe en el plano formal con un estándar, al disponer los vocablos quechuas con evidente afán lúdico. Autor de diversos poemarios y libros de cuentos, así como estudioso de la tradición oral, su poesía se distingue por la conversión del impulso creativo y caótico en palabra concreta que renombra al mundo. Musquykunapa qillqan (Escritura de los sueños) se divide en dos partes: “Musqusqa harawikuna” (“Poemas soñados”) y “Sunqupa harawinkuna” (“Poemas del corazón”). Conciencia de la existencia, el erotismo y la valoración de las costumbres populares constituyen los principales ejes de la poética de Tenorio. Podemos considerar este volumen como un valioso aporte al conocimiento de la poesía quechua reciente y como una muestra más por superar aquel prejuicio sobre la poesía andina, cuyo estudio se detiene sólo en la era prehispánica o la Colonia. Gracias a la obra de importantes investigaciones, no sólo desde el punto de vista antropológico, sino también a partir de la posición de los estudios literarios, la poesía escrita se convierte en el rostro viviente de la cultura, a pesar de las trabas ideológicas que impiden su mayor circulación.

Frente a la carencia de ediciones críticas que nos ayuden a situar la actualidad de la poesía escrita en quechua, el esfuerzo editorial de la Universidad Nacional Federico Villarreal, que ha institucionalizado un premio nacional para este género, es una buena noticia.

Actualmente, unos de los poetas quechua más activos son Odi Gonzales (* 1962) del Cusco (Umantuu, Upa) y Ch'aska Anka Ninawaman (* 1973), una autora de Yauri Espinar (Provincia de Espinar, Cusco) con su colección Ch'askaschay (Poesía en quechua, 2004),[1] y en Ecuador el poeta Ariruma Kowii (* 1961) de Otavalo.

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